Detergente Orgánico Línea Patagonia Murta 3 litros
$7.550
Descripción
Los perfumes seleccionados para este Detergente Orgánico Murta de la Línea Patagonia contienen partes de escenarios donde se destacan la Patagonia fronteriza, donde el viento frío neutraliza y transporta la fragancia sutil del neneo y el aroma ovino tan característicos de las pampas ayseninas. ¡¡Pruébalos y sorpréndete!!.
La fantástica leyenda de la Murta Patagónica
CONOCES LA MURTA?… es una fruta pequeña, dulce y roja, que tiene una bella corona verde dorada; las abuelas hacen con ella una mermelada deliciosa. sabías que no siempre tuvo esa corona?, pues así es. Hace muchos, muchos años, tantos que ya nadie los recuerda… vivía en aquellos lugares un Rey. Era el Rey Huemul, que gobernaba sobre todos los animales de la región. El Rey Huemul tena una hija, la princesa Murta que era la más picara y traviesa huemulita que jamás hayas visto. Murta correteaba todo el da, mordisqueando nalcas y quilas y también la cola de las chinchillas y se adornaba con largos collares de copihues. Cuando la princesa cumplió un año, su padre decidió hacerle un regalo muy especial. Para ello reunió a toda su corte y bajo desde su reino hasta la aldea mapuche. Y ahí iban: La comadreja trompuda y el zorro chilote, el gato colo-colo y el ratón pericote, el pudú chiquito y el huillín juguetón, el cururu, el coipo y el puma tragón. El cacique en persona salió a recibirlos -En qué podemos servirte Rey Huemul?, le preguntó. – Deseo respondió el Rey- que tus artesanos hagan la más hermosa corona de laurel y oro que jamás se haya hecho, para regalársela a mi pequeña Murta. Y los mejores artesanos fabricaron una hermosa corona de laurel y oro que el Rey colocó sobre la movediza cabeza de su hija. Desde entonces, la princesa Murta jamás se separa de su corona, ni siquiera cuando jugaba al ene tene tene tu con el coipo, el cururu y el ciervo pudú. …Pero paseando y corriendo, la pequeña huemul se alejó demasiado de su hogar sin darse cuenta, cuando de repente: … ¡¡Un huemul… i Un huemul!!…, oyó que alguien gritaba muy cerca. Entonces… Murta vio con espanto que un grupo de niños corría hacia ella. -Cacemos al huemul… cacemos al huemul…, venia gritando el más gordo de los mapuchitos, pensando seguramente en un delicioso asado. -‘Que linda coronita lleva!, gritaba una indiecita. La quiero para mi… y todos comenzaron a perseguir a Murta, que desesperada trataba de huir hacia las montañas. Pero los pequeños mapuches corrían muy rápido, y cuando ya la iban a alcanzar… oyó una vocecita que parecía salir de un arbusto: -Ven, ven, escóndete aquí. Murta se escondió en el matorral; estaba demasiado asustada: Me… me… me van a encontrar… -gimió’, y entonces, ¿Qué va a ser de mi?… -No te preocupes -la tranquilizó el arbusto-, yo los distraeré; quédate muy quieta… Los niños habían llegado hasta los matorrales, y habían comenzado a buscar allí al huemul; y cuando estaban a punto de encontrarlo… – Vengan, ¡vengan a ver lo que acabo de descubrir!, oyeron que gritaba el mapuchito glotón, y todos se le acercaron… Soon eestaas fruutaas, dijo este con la boca llena de unas frutas pequeñas, dulces y rojas que crecían en el arbusto. Muy pronto, los indiecitos se olvidaron del huemul y se dedicaron a recoger y comer esa fruta pequeña, dulce y roja que el arbusto les había puesto para distraerlos. Ya puedes irte le dijo a la princesa, pero despacito para que no te vean…, y Murta se alejó silenciosamente hacia su hogar. Así fue como la princesa huemul fue salvada por esa pequeña fruta. Cuando el Rey Huemul se enteró de esto, además de alegrarse mucho y retar un poquito a la princesa por haberse alejado de su casa, bajo hasta el valle en donde estaba el arbusto, seguido de toda su corte: Y ahí iban de nuevo La comadreja trompuda con su nariz nariguda, el zorro chilote y el bufón de la corte que no era otro, como ya sabes, que el huillín juguetón, el armadillo piche y el puma tragón. Amigo mío -le dijo el Rey al arbusto, deseo agradecerte por haberle salvado la vida a mi hija. Quiero que tu fruta, esa fruta pequeña, dulce y roja lleve su nombre; pero hay algo más… -agregó, quiero que cada murta luzca una corona igual a la que tiene mi hija. Y la princesa huemul, acercándose al matorral, le entregó su corona de laurel y oro. La corona entonces se deshizo en cientos y cientos de pequeñas coronitas, cada una de las cuales se posó sobre una fruta. Así fue como la murta, esa fruta pequeña, dulce y roja consiguió su corona verde dorada. Y si tú no crees que esto sucedió como yo lo cuento, puedes preguntárselo a La comadreja trompuda o al zorro chilote, al gato colo-colo o al ratón pericote, al pudú chiquito o al huillín juguetón, al cururu, al coipo o al puma tragón.
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